
Alienación
Pablo seguía balbuceando su nombre. Y el suyo, el más patético adjetivo que jamás encontró sustento; que no reposara en el alivio de tardes dolorosas. Los recuerdos seguían presentándose ineluctables, rayando en la demencia que avizoraba tenazmente.
Sólo un minuto de lucidez, y podrás seguir en tu eremita olvidada, en tanto tu rostro forma una humilde sonrisa cuando piensas en ella. Su recuerdo se trasmuta en imagen etérea, pero tan brillante como la luz del sol que ilumina tu día cargado de nostalgias.
Versos libres sin técnica literaria que aparecen insidiosamente en tu pensamiento invadido por la no reciprocidad...
Escuché nuevamente tu lánguida voz
fría y seca, penetrante y sentenciosa,
como los calostros recolectados
En dolor;
De mártires irremisibles,
antítesis de lo que busco en la rabia
de mis manos sedientas,
En el lugar donde los mares se ahogan
a sí mismos.
Vuelvo con desdén hacia el pozo
volátil y de expresiones redundantes,
pero consigna de un grito acallado
Por la melancolía mediocre.
Estrepitosos y aullantes anhelos
de doncellas en versos crepusculares,
Lo mío es la hemorragia
de una existencia limitada
por la vil muerte.
Mis manos continúan ávidas
del terso zumo que acaricia
las gargantas quebradas y despojadas,
Por los alaridos insípidos.
Sustento, que tu amarga voz podría crear
que en las oportunidades perdidas
yacen como centro del regocijo humano,
Aceptación de los paisajes verdosos
De tu mente.
M.M




